Primer centenario de la ejecución de Francisco Ferrer Guardia fundador de la Escuela Moderna de Barcelona (1859 – 1909)

Gerardo Garay

Resumen


Primer centenario de la ejecución de Francisco Ferrer Guardia fundador de la Escuela Moderna de Barcelona (1859 – 1909)

Gerardo Garay[1]

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 El pensamiento anarquista hace ya bastante tiempo que no goza de buena salud, el manto de silencio que lo ha cubierto ha sido urdido a partir de la ignorancia o  la minusvaloración malintencionada. Existe por una parte un gran desconocimiento de importantes figuras del anarquismo: Kropotkin, Malatesta, Diego Abad de Santillán, Voltarine de Cleyre, Federica Montesny, por citar algunos, que  raramente son incorporadas en el bagaje cultural y político de la izquierda. En otro sentido, intelectuales y políticos –especialmente de inspiración marxista- han confinado a esta corriente de pensamiento al incómodo lugar de las ideas catalogadas de nostálgicas, utópicas, obra de extremistas irreconciliables.

La pedagogía libertaria no ha escapado a esta regla. En tiempos en los que los asuntos de la educación siguen convocando arduas discusiones y desvelan a políticos y técnicos, los aportes de Summerhill, La Ruche, Réclus o Tolstoi, ocupan el último cajón del pupitre, junto a papeles en desuso. Muestra de ello es el casi imperceptible recuerdo de la figura de Francisco Ferrer Guardia, figura relevante en el mundo occidental a fines del siglo XIX y principios del XX, fundador de la Escuela Moderna de Barcelona, asesinado violentamente en la cárcel de Montjuich el 13 de octubre de 1909.

Francisco Ferrer forma parte de una generación que vivió el impacto conmovedor de la Comuna de París (1871), experiencia breve y trágica pero imborrable, asimismo, el capitalismo se desarrolla rápidamente en este período según su versión imperialista, repartiéndose buena parte de los territorios de África, Asia y América Central. Es un período de radicalización de los conflictos de clase que enfrenta a trabajadores y grupos empresariales que progresivamente se amparan en las instituciones de los estados. Las organizaciones anarquistas comienzan a tomar conciencia de que no es posible combatir al estado y su estructura de privilegios si no se estructuran instituciones educativas que al margen de su enseñanza religiosa y burguesa, posibiliten la formación de individuos amantes de la libertad. Es así que en 1898, a sugerencia de Piotr Kropotkin se crea un comité pro-enseñanza anarquista, dicho comité, además de Kropotkin lo integraban J. Grave, L. Tolstoi, Ch. Malato, J. Ardouin, y E. Reclus. “La iniciativa pro-enseñanza libertaria de 1898 adoptaba el principio de una educación verdaderamente integral, racional, mixta y libertaria, es decir, escrupulosamente respetuosa de la libertad, y por lo tanto, contraria a una disciplina basada en el disimulo y la mentira, contraria a los programas escolares anuladores de la originalidad y la iniciativa y el sentido de responsabilidad en educadores y educandos, y, finalmente contraria a las clasificaciones que motivan rivalidades, celos y odio”.[2] Ferrer es progresivamente influenciado por este ambiente libertario.

La creación de una “escuela moderna verdaderamente emancipadora” el 8 de setiembre de 1901 en Barcelona no tuvo un comienzo sencillo. Ferrer había vuelto de París después de un exilio obligado por una orden de captura al haber participado en una huelga en Barcelona años antes, y al ganarse la vida como profesor de español enseñando a una adinerada señora, al fallecer, le nombra heredero de una importante fortuna con el propósito de llevar a cabo este proyecto educativo. Desde el inicio tuvo que sortear sospechas y suspicacias de todo tipo, tanto por la forma en que había obtenido la herencia, como por los métodos pedagógicos mismos (el ateísmo radical en el que se imparten los cursos, el carácter mixto de la escuela, la ausencia de notas, exámenes y competiciones).

Superados los peligros, la Escuela Moderna se convierte rápidamente en ejemplo y modelo para los grupos laicos y progresistas. Dos ideas rectoras son la base de esta influencia: el rechazo radical a la escuela burguesa, herramienta de consolidación del poder de las clases dominantes, no sólo y fundamentalmente por las condiciones materiales sino por la enseñanza de prejuicios y mitos sobre “el origen de las desigualdades económicas”, “las mentiras del patriotismo”, “la falsa moral”, en fin, “todos los engranajes por medio de los que el hombre es esclavo”. Por otra parte, el convencimiento de que “no hay trabajo más revolucionario que el de instruir científicamente al pueblo”, “la verdadera cuestión según nosotros consiste en servirse de la escuela como el medio más eficaz para llegar a la emancipación completa, es decir, moral e intelectual de la clase obrera; emancipación que tiene que ser obra únicamente suya, de su voluntad de instruirse y de saber”.[3] Ferrer considera a la educación popular como un problema político de primer orden, especialmente por la progresiva relevancia que había venido cobrando el papel de la educación básica en las clases dirigentes de Europa, y la sospecha de que es en el control de la escuela donde se resuelve buena parte del control hegemónico de la burguesía. Por esto el proyecto de Ferrer posee una decidida orientación anti-estatal, y no sólo a-estatal, en tanto propugna como eje estructurador de la educación emancipadora la ciencia positiva como servidora de las verdaderas necesidades humanas (“razón natural”), en oposición a la “razón artificial” producto de la lógica del capital, que sólo puede generar espíritus sumisos y alienados.

Es interesante la manera en que Ferrer lleva a la práctica una escuela que busca integrar los sexos, el entorno social y las diferentes clases sociales. En este sentido, evita el exclusivismo de las escuelas privadas y una educación confinada solamente a pobres a través del pago diferenciado de una matrícula (idea escandalosa para nuestro medio) que posibilitó una integración real y no meramente discursiva. En esa “inocente igualdad de la enseñanza” los niños se desarrollan plenamente, preparándose a su vez para comprender el funcionamiento de las sociedades una vez alcanzada la adultez, según la conocida máxima: “aprendan los niños (por la razón y la ciencia) a ser hombres, y cuando lo sean declárense en buena hora en rebeldía”. Por esto el historiador y biógrafo Pere Solá Gussinyer afirmó que “Ferrer avisa de modo singularmente eficaz de un peligro que acecha al pedagogo en tanto que trabajador intelectual al servicio de la sociedad: el peligro de coadyuvar desde una actividad aparentemente neutra a crear y consolidar un consenso social idóneo para ‘la conservación de las instituciones de esta sociedad’ haciendo del educando, en suma, ‘un individuo estrictamente adaptado al mecanismo social’ [4].

Los motivos definitivos para el cierre de la escuela los encuentra el gobierno español en 1906, cuando Mateo Morral, traductor y bibliotecario de su centro educativo lleva adelante un atentado frustrado contra Alfonso XIII. La escuela fue cerrada y Francisco Ferrer encarcelado, acusado de complicidad. Varios meses después es absuelto, se traslada a Francia y a Bélgica en donde funda la Liga Internacional para la educación racional de la infancia. De regreso a España, y debido a su antiguo vínculo con Mateo Morral, es detenido en 1909, acusado esta vez de ser el instigador de las demostraciones de protesta que tuvieron lugar en julio en contra de un embarque de tropas hacia Marruecos; y tras un escandaloso proceso, es declarado culpable y ejecutado en la prisión de Montjuich el 13 de octubre de 1909.

            Gerardo Garay Montaner

 Referencias:

  • Cappelletti, Angel, (Prólogo y Cronología) El anarquismo en América Latina, Selección y Notas: Carlos M. Rama y A. Cappelletti), Caracas, Biblioteca Ayacucho, [1990].
  • Ferrer, Francisco, (1908) La Escuela Moderna, F.OR.U. Montevideo, [1960].
  • Solá Gussinyer, Pere, (2001) “Francisco Ferrer Guardia: la Escuela Moderna, entre las propuestas de educación anarquista”, en El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. Jaime Trilla (coordinador), Ed. Graó, Barcelona, [2007].
  • Solá Gussinyer, Pere, “El honor de los estados y los juicios paralelos en el caso Ferrer Guardia. Un cuarto de siglo de historiografía de la ‘Escuela Moderna’ de Barcelona”, en Cuadernos de Historia Contemporánea Nº 24, Barcelona, [2004], pgs. 49-75.
  • Tomassi, Tina. Breviario del pensamiento educativo libertario Ed. Madre Tierra-Móstenes, Madrid, (1988).

 


[1] Profesor de Filosofía, integrante del grupo de investigación sobre el cuidado de sí, Dpto. Historia y Filosofía de la Educación, estudiante avanzado de la Licenciatura en Educación, FHCE, Udelar.

[2] Solá Gussinyer, Pere, (2001) “Francisco Ferrer Guardia: la Escuela Moderna, entre las propuestas de educación anarquista”, en El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. Jaime Trilla (coordinador), Ed. Graó, Barcelona, [2007], pág. 43.

[3] FERRER, Francisco; Manifiesto para la escuela moderna; “Il Pensiero”, 1-16, noviembre de 1909, pág. 340, citado por Tomassi: 182.

[4] Solá Gussinyer, Op. Cit.; pág. 49.

 




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FERMENTARIO - Departamento de Historia y Filosofí­a de la Educación. Instituto de Educación. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República. Uruguay. ISSN 1688-6151

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