¿CÓMO SE LLEGA A SER EL QUE SE ES? HACIA UNA GENEALOGÍA DEL CUIDADO DE SÍ

Andrea Díaz Genis

Resumen


Es uno de los libros más enigmáticos de F. Nietzsche, titulado Ecce Homo, o cómo se llega a ser el que se es, Nietzsche,  realiza una especie de autobiografía donde pretende dar cuenta acerca de los motivos poderosos que relacionan de alguna manera su vida y su obra. Más allá de las características de este libro, y en el marco de las investigaciones que estamos realizando actualmente, nos preguntamos por qué es importante hacerse esta pregunta en un contexto educativo como en el que trabajamos nosotros, y en relación al tema que denominaremos “el cuidado de sí”. Fueron los griegos precisamente, los primeros en relacionar claramente el conocimiento de sí —gnothi seauton- con la inquietud de sí –epimeleia heautou.  La idea de verdad en Sócrates, tal como nos la trae Platón, estaba vinculada a la verdad del sí mismo (tema que nos trae acertadamente el especialista en filosofía antigüa Hadot, y con el M. Foucault), y esto a su vez, vinculado con el acto parrhesiástico (en griego la palabra parrhesía, viene etimológicamente de parrhesiazestai, que significa decir todo, pan es todo, rhema, es lo que se dice). Quien usa la parresía es alguien que dice todo lo que le viene a la mente, esto en principio, habría que hacer precisiones (pues no se trata de “derramar” todo lo que se viene a la mente, sino aquello que es considerado valioso en el proceso del conocimiento de sí).  Se traduce a veces como  franqueza, como la necesidad de transparencia a la hora de decir todo acerca de sí mismo en esa búsqueda de conocimiento y de verdad. Desarrollemos estas ideas.

Para eso tenemos que ir hacia el siglo V, y aclarar quién fue Sócrates (en este nuevo contexto, desde esta nueva mirada, dado que hay muchos Sócrates posibles, éste es uno muy interesante), y qué papel tuvo la filosofía socrática, en tanto apuesta educativa radical (obsérvese que estoy retomando a Sócrates no sólo como filósofo sino también como educador, dos aspectos indisolublemente ligados, y que hacen al corazón mismo de la propuesta socrática). Esto, a su vez nos permitirá hacer un repaso de la idea que tenemos de la vinculación entre filosofía y educación que no puede ser exhaustiva.

SÓCRATES EL MAESTRO DE LA PREOCUPACIÓN DE SI

 

En el Alcibíades I[1], Platón devela algo que para nosotros es más que importante. Sócrates aparece allí como el maestro que incentiva, insta, promueve, “conquista” (como el enamorado al amado) para que el discípulo se preocupe por sí mismo, para que tenga una inquietud de sí. Ese cuidado de sí (aquí todo estos términos son usados como sinónimos), supone un conocimiento profundo de las limitaciones y posibilidades. Alcibíades aparece en el diálogo como el que pretende gobernar a los demás, pero para eso, y así se lo hace ver Sócrates, primero debe poder gobernarse a sí mismo, y esto implica un conocimiento ligado al cuidado de sí. El famoso oráculo de Delfos, que dictaba “conócete a ti mismo”, era el mismo oráculo que había declarado que Sócrates era el más sabio de todos, una sabiduría que nuestro filósofo basaba en su ignorancia (es decir, su sabiduría precisamente consistía en la afirmación de su ignorancia). Esta preocupación por sí, que lleva a ocuparse de sí mismo a través del conocimiento, implica entre otras cosas el reconocimiento de la ignorancia. Esta tarea tan extraña que lo hace maestro de esta preocupación, tiene sus complejidades. Vayamos  a un texto que define la posición educativa socrática en este contexto, uno de los diálogos de Platón, LAQUES, del periodo de juventud de Sócrates. Veamos y analicemos lo que dice NICIAS (uno de los personajes centrales de dicha obra) a propósito de la actividad educativa socrática, un pasaje que nosotros creemos fundamental a la hora de desarrollar la idea que queremos destacar:

 

Me parece que ignoras  que, si uno se halla muy cerca de Sócrates en una discusión o se le aproxima dialogando con él, les es forzoso, aun si se empezó a dialogar sobre cualquier otra cosa, no despegarse, arrastrado por él en el diálogo hasta que de explicación de sí mismo, sobre su modo actual de vida y el que ha llevado en su pasado. Y una vez que han caído en eso, Sócrates no lo dejará hasta que lo sopese bien y suficientemente todo. Yo estoy acostumbrado a éste; sé que hay que soportarle estas cosas, como también estoy a punto de sufrir tal experiencia personal(..) de estar en contacto con este hombre está deseoso de aprender mientras viva(…)…desde hace tiempo sabía que,  la charla no sería sobre los muchachos sino sobre nosotros mismos. (188 a,b,c. Trad. Gredos).

 

Hay varios elementos a destacar en este texto. Este incitar a otro a buscarse a sí mismo, como manera fundamental del cuidado de sí, exige una relación personal con el maestro (destacamos aquí el término personal). A través de una relación dialógica y profunda, uno es llevado a hacer examen radical de sí mismo. Este examen no tiene que ver con la confesión cristiana de la culpa, sino con un examen de conciencia (préstese atención que aquí estamos frente al origen de esta práctica que precede al uso posterior que hace de ella el cristianismo) que implica centralmente y desde el punto de vista socrático, dar cuenta de la existencia, en tanto búsqueda de coherencia entre bios y logos,  vida y pensamiento (obsérvese que no se trata de una en detrimento de la otra). Sócrates es el maestro de este tipo particular de enseñanza pues el mismo posee una especie de “armonía ontológica”, es un musikos aner, es decir, comporta un tipo particular de sabiduría entendida como coherencia entre lo que dice y lo que se hace, esto implica una “música vital”(este concepto aparece en el Laques), una armonía existencial que se ve en la práctica y a partir de la cual se reconoce a Sócrates como el maestro de los otros (imagínense qué lejos estamos de este requisito para ser maestros hoy día). En su época se decía que Sócrates era “básanos”, o piedra de toque. ¿Qué significa esto? Básanos, piedra de toque, era la piedra que permite constatar, al marcar el material, si el mismo es o no oro. Sócrates, al preocuparse para que el otro se preocupe de sí, no hace más que dar cuenta de esa armonía o falta de armonía en la vida del otro. Sigamos con el texto, que no tiene desperdicio.  Nicias dice que está a punto de sufrir una experiencia personal, esta experiencia en la que uno tiene que dar explicación de sí mismo, y al explicarse, tendrá que sopesarlo todo, será impelido a buscarse al máximo, a cuestionarse, a re-pensarse, hoy diríamos a reconstruir hermenéuticamente su sí mismo, y en esa medida que se explica frente a otro que lo interpela. A partir de esta experiencia, que casi es vivida como una especie de conversión, la persona no quiere dejar de examinarse a sí mismo en toda su vida (el examen pasa a ser como una especie de “enfermedad contagiosa” que dura de por vida, aunque paradójicamente tiene que ver con la cura, la cura del alma), y ese examen,  que pasa necesariamente por ver la coherencia entre pensamiento y vida, es el punto de partida para la reflexión, para la búsqueda de la verdad y el sentido de las cosas y del mundo. Esto es importante, la teoría, el mundo de las ideas se conecta así con la vida de cada uno, con la búsqueda de sí mismo que se prepara a través de una “ascesis”, una serie de prácticas que nos permite elaborar una verdad a través del diálogo. Y esa búsqueda implica la pregunta por el cuidado de sí y de los otros. Quiero destacar que, curiosamente, como luego va a decir Platón en el Cármides, no pueden concebirse separado del examinarse a sí mismo, y el conocer claramente la naturaleza de las cosas (ver Cármides, 166 d). En otro pasaje habla de “ir tras las “imágenes” (quizás sea mejor traducción “ideas”) que  nos pasan por la cabeza y no dejarlas escapar sin más ni más (173a).  El análisis y la búsqueda de sí, implica el desarrollo y el despliegue de la búsqueda de la verdad a través del diálogo y eso también es cuidado de sí (me parece interesante este aspecto, también para separarnos de cierto uso vulgar que se ha hecho del cuidado de sí  que no trata para nada de desarrollar un espíritu crítico haciendo uso de la razón).

Quien ama a Alcibíades, debe decirle según Sócrates que le es precioso, en primer lugar, instruirse, preocuparse de sí mismo y ejercitarse. Alcibíades le pregunta a Sócrates cómo debe cuidar de sí mismo, es decir cómo debe cuidar el alma. Porque la educación importante precisamente no es la educación del cuerpo (es educación también del cuerpo, esto está muy presente en los griegos y también en Platón) pero en función del alma….(este punto no lo podemos desarrollar ahora, pero sería importante hacerlo en otro momento, por ejemplo, el deporte es importante en tanto desarrolla virtudes, esto queda claro en comienzo del Laques). En definitiva, si nos planteamos en este marco, ¿qué educación para que ser humano? Diríamos: educación para el conocimiento pero también para el cuidado de sí, educación para la verdad, la justicia y la belleza, educación fundamentalmente para el sujeto en todo su despliegue.

Se trata de la necesidad que los sujetos tienen de verse a sí mismos precisamente. Cuidarse a sí mismos, implica conocerse,  para cuidar no sólo de sí, sino también de los otros (esto no lo podemos olvidar). Y esa búsqueda es algo que no termina…El asunto de esa búsqueda de sí que implica un cuidado, se da con el ejercicio de la parrhesía, es decir con el desplegarse totalmente, sin limitaciones, el desplegarse uno mismo en profundidad. Y esa búsqueda o despliegue la ligamos al desarrollo teórico. Ahora la pregunta es, ¿para qué retomar este momento socrático platónico, y más adelante helenístico romano? (epicúreo, estoico, sobre todo), más allá de la importancia histórico-filosófica de este quehacer? (que por lo menos va de siglo V AC al siglo V DC) ¿Qué importa ahora, qué nos aporta ahora? ¿Es importante educarnos para el cuidado de sí, construir una subjetividad (y este conocimiento y cuidado la fue construyendo, en cierto sentido “inventando”) a partir de la idea del cuidado de sí, trabajar sobre una educación para la “vida buena”, como podríamos decir en términos éticos?

Hay un primer punto sobre el que quiero llamar la atención. Nos recuerda que la educación, no siempre fue una educación de los aspectos teóricos, depositada pura y exclusivamente en el conocimiento a trasmitir, que incluía sí el aprendizaje de saberes y técnicas, pero también implicaba una educación para el cuidado y el conocimiento de sí(es más ya en la misma época socrático- platónica, se ve esta educación como el complemento para una pedagogía considerada insuficiente). Y esto, nos lleva a pensar en una educación que vincula indisolublemente el conocimiento con la ética. Precisamente el ejercicio o el desarrollo de virtud estaban ligados al conocimiento de sí, a la búsqueda de sí mismo.  Lo mismo en la ética estoica, el desarrollo de la virtud, que en realidad es un saber práctico y que se ejercitaba en la práctica (y esto era lo fundamental), había máximas o principios que nos indicaban el camino a seguir y que había que estudiar, aquí la práctica estaba ligada a una teoría también.  Es este conocimiento que nos puede llevar a un gobierno de nosotros mismos y a una tranquilidad del alma (ligado en el caso de los estoicos al dominio de las pasiones y de las fantasías) necesita del desarrollo de la virtud. En algún momento de la historia de la subjetividad construida a través de una determinada relación educativa, se perdió el interés en el cuidado ligado al conocimiento de sí (aun sufrimos las consecuencias de esa pérdida). Según Foucault, cosa que dudamos, este momento es descripto como el “momento cartesiano”, donde a partir de Descartes, y más propiamente que Descartes, el cartesianismo,  el conocimiento pasa a ser la preocupación principal, algo que todos estábamos invitados a desarrollar, y comienza a desligarse este conocimiento de una preocupación por un desarrollo espiritual o del desarrollo del sujeto en determinado sentido. Ahora ocurre que esta educación socrática, o tal como propone Sócrates o los estoicos por ejemplo, que supone la ligar el cuidado con el conocimiento de sí,  implica una seducción para ese conocimiento (como dice Foucault, el amor verdadero es realmente el amor a la filosofía), una relación amorosa entre maestro y discípulo,  una relación personalizada, una influencia radical de un maestro “ejemplar” con su discípulo. También supone una serie de técnicas, es decir, trabajo sobre sí, algo así como una serie de ejercicios espirituales, “terapéuticos”, que van en la dirección de un cuidado de sí, ligado a un control de las pasiones, una adecuación a una razón universal en el caso de los estoicos por ejemplo, y que nos llevan al fin ultimo del ejercicio de la virtud, que es la  “tranquilidad del alma”. En otra oportunidad desarrollaremos, por qué nos parece que todos estos conceptos tienen actualidad,  cómo hacer un uso teórico-práctico de los mismos, en lo que daremos en llamar una genealogía de la identidad docente, como práctica narrativa  del cuidado de sí.

[1] No podemos entrar aquí en el tema de si es un diálogo considerado dudoso o no. Depende mucho de las traducciones, en el caso de  la traducción de Gredos, aparece como texto dudoso. El tema aquí, es que en este libro aparecen una serie de conceptos fundamentales, retomados por Hadot, y por Foucault, que para nosotros  son centrales a la hora de repensar la educación hoy.  Sobre el problema del Alcibíades ver Capeletti, Angel: Sobre los tres diálogos menores de Platón, 1976.




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FERMENTARIO - Departamento de Historia y Filosofí­a de la Educación. Instituto de Educación. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República. Uruguay. ISSN 1688-6151

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